Malformación encarnada...
No es nada nuevo que los géneros más extremos y explícitos han coexistido prácticamente con todo desde su pútrido génesis, muy especialmente con factores como el periodismo sensacionalista y el fanatismo más absurdo quienes intentaron por activa y pasiva hundirles, humillarles, extinguirles...irónicamente con el tiempo el martillo se volvió clavo (nada simple en el papel), y aquellos miserables mercaderes del bien han ido quedando sepultos uno por uno, en un efecto dominó majestuoso (brindo por ello). Esto de seguro ustedes ya lo saben pero... lo anterior ha aplicado como copia al carbón desde sus inicios a exponentes cuyo único propósito (el real) es estar enfocados en su arte, su música, su ley, en sí mismos, hablo de Veldraveth, la pregunta ahora es ¿por qué?, pues bien, si realmente detallan (lo que casi no se hace ya por estos lares) este ad honorem mayúsculo, este ataque sónico dividido en 9 secciones y titulado "Malformations of God" inconscientemente o no resumen el sendero que han llevado siempre, así como toda aversión, ira y hedor que les ha hecho fuertes después de tantos años. ¿Qué esperó siempre esta banda de sus detractores (aunque con importancia equivalente a cero)? Violencia, caos y turbas de estupidez.
…y sepan una cosa, tenían toda la razón.
Desde aquella inocencia que denotaba el primigenio "Funeral in the shades
of immortal trees" han sido profundos y silentes los abismos que han
mirado dentro de la banda, alejados siempre de los debilitantes halagos de la
chusma farandulera, cambios han tenido muchos, no obstante algo sigue igual
desde el primer día, su ambición por hacer música.
Como buen ron añejo se trata de una producción mucho más destilada,
directa y oscura que cualquiera de sus predecesoras, pero no pierde ni un ápice
de intensidad empleada antaño, cargada de atrocidad rítmica, de turbulentos,
prolongados e incendiarios minutos que pueden incluso repetirse sin indigestar,
el golpeo a ratos de un martillo a la misma piedra nunca había sido tan
gratificante, tan auténtico, un disco para el oyente con el mismo efecto que
causa al oído de un soldado la explosión de una C-4 en fortalezas enemigas. Nada
leve y muy significativa progresión han tenido tanto en imagen como en lo
musical, no más corpsepaints ni rítmica discreta o temerosa a límites
superiores (Emblemata Evangelika era
una vieja señal de lo que venía, pocos se dieron cuenta), ahora mismo son sus
propios entes, sus propios demonios, y tienen más control que nunca para hacer
lo que les plazca. Que aberrante suena pero… es una malformación en todo su
esplendor, imponente…y perdonen pero todo lo anterior no obedece a ningún retorcido
pleonasmo, es tan real como la maldad misma.
Desafiantes inician su obra con Yetzer Ha’Ra, desde las primeras
notas, con ese tapping enfermizo (pónganlo a todo volumen como todo el disco y
entiendan el punto) y una abrupta compañía en las baterías liberan más que
nunca todo un infierno acumulado en el ser por décadas, la guitarra y bajo no
dan tregua bajo ningún concepto, no paran, con la letra más que acorde a lo que
el odio del momento exige, interpretada por un Capella cuyo inglés y tono para
bien de la banda se han hecho sólidos, el coro es simplemente una maravilla
(factor muy cuidado a lo largo del trabajo, pues cada uno fue muy bien
plasmado), tema violento, seco, marca de la casa y de reglamentaria ejecución
en sus presentaciones en vivo.
Toca ahora un poco de armonización (más no descanso) con “In
chaos born”, es una pieza que por momentos engaña, da la idea de que
será algo más llevadero, melódico y pausado, nada más lejos de la realidad,
aceleran entonces la ejecución para dar paso al riff más reconocible del tema,
como en la totalidad de la producción hay un contraste marcado a fuego entre la
impredecible rítmica en las baterias y las cuerdas que, manteniendo patrones o
no, abruman absolutamente todo, y es que el buen cuchillo lo demuestra con filo
duradero. Sabia elección como tema promocional y he aquí la prueba de que,
conceptuales o no, casi ningún tema desentona respecto al resto, el relleno mejor
dejarlo para otros tópicos, total, cada cosa en este mundo tiene su toque de
vodevil.
“Malformations of god” puede
tranquilamente emplearse para amenizar un aquelarre, la percusión, que ya se
dijo impredecible, sufre un cambio del día a la noche, como con tambores
retumbando vas atado de pies y manos a tu condenación acompañado de música
ideal para el momento, no todo es tan malo ¿cierto? Se descubre además nueva
anécdota intrínseca, en este corte y el siguiente la cuerdas plasman en común
ciertas maneras, como mellizos con algún mal congénito, un manifiesto que como
en la sangre de las familias más crueles brota insanamente de alguna manera, el
riff que inicia en el minuto 01:53 es de los mejores que he escuchado en el
metal extremo en años. Malformaciones aparecen de muchos modos, y desde aquí se
abre un umbral hacia un plano más instrumental y menos efusivo, pero no se
equivoquen…
Con “In terms of violence” se
aprecian los minutos más elaborados del trabajo, irónicamente entrelazados con
una simplicidad donde igual el tema no desentona (recuerden lo dicho en el corte
anterior), en principio no es poco lo que se logra con 2 acordes que acompañen
a una batería muy densa, al minuto 2:44 aparece
la magia, después de unos refrescantes blast beats las cuerdas respiran cual
bestia rabiosa acompañadas de platillos sutiles que no tardan en volver a la
carga para que las voces pongan el punto y seguido. Muy completo. Por cierto…
¿alguien ha extrañado algún solo a estas alturas? Sinceramente para tan íntegro
estruendo no hacen falta.
Acto seguido aparecen los poco más de
quince minutos más distintivos compuestos por Veldraveth en su carrera (dicho esto a título personal), el aura
del disco así lo exigía y llega en el momento idóneo con “Ominous Omen”, una
ambientación perversa y teatral, digna de los vestigios de una guerra, inicia
el funesto viaje de forma tan lenta y melódica como épica, dignifica
indudablemente la cuidada portada que presenta este trabajo, por si lo anterior
resulta poco a la voz se suman acompañamientos femeninos como si de súcubos se
tratase (se vuelve a decir, los coros son un punto álgido), casi 6 minutos
después pues se añade una dosis de la agresividad demostrada hasta ahora, no
valía aquí un desenlace monótono.
Surge entonces una nueva y breve intro
con truenos, a la que encuentro hasta cierto punto aires tan familiares a
Dissection o Mayhem, y es que “Thunderstorm” (de las preferidas de
quien suscribe estas líneas) es como pintar un paisaje sombrío, enigmático y
muy frío, las cuerdas aquí son más lentas pero sus armonías son las idóneas,
hay mucho más aquí que acordes en quinta, la guitarra aquí saca lo mejor de sí,
demasiado diferente al resto, especialmente luego la sección donde doblan las
campanas y un correcto e escueto solo. Quizá esto sea una pista del camino que
puede seguir la banda. Belleza de pieza, y sin guitarras acústicas, que ya es
decir.
“No return” puede decirse es de lo
más destacado y por ironías de la vida inédito, el tapado, no aparece en
primera plana pero para agradable sorpresa las rítmicas juegan a otra cosa, Michel
y N acompañan a Capella con variados cambios los primeros minutos, para
finalmente dejar como protagonistas al propio vocalista y a Hellbeats para
hacer con sus redobles el cierre correspondiente, aunque siempre alcanza tiempo
para alguna guitarra filosa.
En el caso de “Murder” sin dejar de ser
un tema bueno es algo más desmadejado, no por carecer de contundencia sino por
mostrarse en cierto modo predecible. Es una síntesis de lo demostrado hasta
este momento y por cada sección que transcurre ya se sabe que ocurrirá minuto a
minuto, pero que esto no le desacredite ni desanime al oyente pues el final sí
que tiene explosividad contra el lado más corrupto de la religión, nunca mejor dicho.
Indudablemente algunos de los mejores
riffs compuestos para “Malformations…” es el inicio de “Zyklon-B
in Conclave”, especialmente el primero, en un opus que tiene
absolutamente de todo, las baterías por momentos dan ese toque punk tan vital
en la música extrema primigenia, y aunque se echa en falta un final un tanto
más estridente, esto no quita que cierran de la mejor manera posible, a su
manera. Enérgicos y valientes, demuestran, para pesar de quienes les condenaron
al nacer, que ya van varios escalones arriba, y faltan.
“Malformations of god” ha resultado ser un trabajo sacrificado,
que denota una etapa nueva y provechosa en la banda, todo ello porque: 1. Crees
en la música que haces 2. Reúnes músicos que tienen la moral y ambición de hacer las
cosas bien 3. Mantienes tu banda en plenitud. Este disco les honra, cada minuto
grabado es un vivo ejemplo de superación, y aún tienen demasiada tela que
cortar. Eso sí, para algunos hablar con
justicia de Veldraveth es un
sacrilegio, una infamia (cuando muchos de esos personajes de un demo no
pasaron). A quien quiera rebatir la calidad de esta y cualquier otra banda de
este país que haga méritos honrosos venga con sus antorchas, aquí esperaré,
solo un pequeño detalle, llevan ustedes las de perder y las lápidas están
listas.
“Here I behold, destroyer of the
human rats”
Veldraveth para “Malformations of god” estuvo integrada por:
Capella: Voz
M. Douhei: Guitarras
N (Selbst): Bajo
Hellbeats (Infernia, Blood Work, Funebria, Verminous, Hellbents Rise):
Baterías
Baterías grabadas en Bigfish Studios
- Maracaibo, Venezuela
Voces y guitarras grabadas en Bathroom
Records – Ciudad Guayana, Venezuela
Bajo grabado por N, Home studio
Voces femeninas en “Ominous Omen”:
Sarai Heredia
Logo: Cristophe Szpajdel
Sellos:
Symbol of Domination (Bielorrusia) y Evil’s Records (España) – Edición CD
Centurion Productions (Venezuela) – Coffin Tape nacional
Neverheard Distro (Hungría) – Tape Blanco importado
Contacto:
Tema "In terms of Violence"
Reseña: Carlos Terán
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