No descubro nada (ni muchos de ustedes
tampoco), cuando digo que el género metal hoy día en todas partes se ha vuelto en
algunos casos soporífero, el mismo sonido o calidad de audio, solos y rítmicas
calcadas, incesantes ansias de limpieza, horas de reedición y complejidad
técnica, pareciera que sonar con algo de crudeza es para mandar al músico a la
hoguera, la vieja escuela para muchos ya no vale porque “todo está hecho”,
afirmación que me parece totalmente absurda, puesto que gracias a ella existen
los proyectos emergentes, duela a quien duela aún vende (calidad por delante) y
con el regreso del vinil más positivo es su balance. El umbral rutinario donde
sufren muchos llámese Black, Thrash, Heavy o Death da mucho que pensar.
¿Realmente con el crecimiento, años de carretera y progresión de los músicos
que se conocen, merece la música sucumbir a semejante monotonía? Incomprensible
e injusto. Algunos irónicamente han ido cayendo en una clara involución o
estancamiento, gravísimo síntoma que deriva en una zona de confort de la que
cuesta salir, puede que esto no te afecte mucho si ya estás consagrado… ¿pero
si no?
A pesar de todo lo dicho al inicio de
este escrito no hay que caer en alarmismo, el metal no vuelve, siempre estuvo y
estará, así como aún están quienes solo requieren de minutos suficientes para
crear música trepidante, convincente y con motor de camión, Blood Work es un digno ejemplo de ello y
por esto su trabajo “War for Blood” aparece en esta
ocasión en la sección Disco del mes.
El trabajo de esta banda zuliana
contiene 7 temas que provocan darle una segunda vuelta, se quedan cortos los
poco más de 20 minutos, un material muy directo, lo cual se agradece. No existe
pausa o descanso alguno entre pistas, siempre van a toda máquina, death metal extremo
para reventarse la frente y nada más, con letras totalmente en inglés, no son Rush pero su brutalidad sónica garantiza
el mosh. En este material lanzado durante el 2.013 se aprecian muy buenos ingredientes del metal de escuela europea: Vader, Morgoth, Severe torture o
Devilyn, inevitable reconocer estos
toques, pero hasta allí, no se deja de lado ni mucho menos el sello propio de
la banda o su identidad, simplemente se dedican a lo suyo y lo que les sepa
mejor, lo dijo Mick Jagger en su momento “es
solo rock & roll, pero me gusta”.
Inicia con el tema título del álbum, “War
for blood”, a pesar de ser de los temas más movidos tiene un poco de
todo, los cambios rítmicos encajan de forma excelente, hay espacio para todos,
nadie opaca a nadie, el bajo suena con bastante veneno sobre todo en las secciones
más “lentas”, por si fuera poco se incluye un elaborado solo de guitarra
cortesía de Antonio Rodríguez (Blasphemy,
Slow Death), a criterio personal, de los mejores guitarristas del metal
naciona. Otro dato al que se le debe dar mucho valor, la grabación de las voces
de Héctor está muy bien lograda, lamentablemente en algunas otras bandas de
metal extremo se ha notado que la voz es opacada por los instrumentos y este
detalle resta puntos a su producto final, pero es tema de otra ocasión.
3 minutos después viene el turno de “Bloody
minutes”, que junto a “No Hope no Chance” (hablaré más adelante
de el) considero mi tema preferido del disco, recuerda mucho a la refrescante
época del “Sworn Vengeance” de Severe Torture, no incluye solos, pero
honestamente no lo necesita, guitarras veloces con riffs filosos, el oyente cae
en cuenta que cada minuto que pasa se contagia más, es lo que tiene un disco
potente, entretenido y con propiedad, años de rodaje con bandas previas lo
confirman, solo tienen 2 trabajos discográficos pero ninguno de sus integrantes
está en esto desde ayer.
“World destruction” puede decirse es
el tema más clásico o “vieja guardia”,
los riffs iniciales tienen similitud a leguas con “Body count” de los alemanes Morgoth.
Mantiene la línea de “Bloody minutes”, directo al grano,
sin florituras ni eufemismos exagerados, eso es cosa de bandas faranduleras, no
de Blood Work.
Aparece entonces “Messenger of destruction”,
el tema diferente, es otro matiz, dado que los instrumentos se desenvuelven en
un son diferente, no obstante encajan dando un muy buen resultado, acelera uno,
frena el otro, un corte quizá de los más
trabajados, con toques muy Vader, no por nada es de los de mayor duración
aunque esto último sea transparente. De nuevo se insiste en que este estilo en
muchos casos no destaca precisamente por su variedad, por lo que “War
for blood” tiene muchísimo mérito.
Los covers por lo general aparecen en
muchos discos como tema final, aquí y como lo hicieran en su momento rinden un
pequeño tributo a una de sus principales influencias, Slayer y su “Raining Blood”, nada nuevo que
descubrir, una pieza acorde a la identidad del disco con toque propio, si se
destaca que a partir de este punto y durante los dos temas finales las
guitarras son algo más pesadas y graves y la batería tiene otro sonido.
“Into the Bloodwork”, título de su anterior EP así como “No
hope no chance”, son incluidos aquí pero
reeditados con las voces de su vocalista actual (Héctor Querales) un par
de temas que escuchándolos muy bien representan el complemento ideal para las
grabaciones más recientes, siguen la misma línea y el mismo objetivo, con algo
más de partes solistas y un tanto más extensos, llega el final, no se escucha
la batería, ni un riff o gutural más, ha concluido por ahora un disco brutal.
Menos de media hora de destrucción mezclada y producida en los Grindsound Records de Markos Mejía
(Guitarra). Lástima que por el momento esté únicamente disponible en descarga
digital, se espera pronto pueda aparecer en formato físico, los que
coleccionamos y disfrutamos la música de verdad estaríamos muy agradecidos. “War for blood” es un martillazo en las
costillas que infunde respeto, y al parecer, esto es tan solo un impulso para lo
que viene.
Blood Work está
conformada por:
-
Héctor Querales (Bajo, Voz)
-
Markos Mejía: Guitarras
-
Edgar Pinto: Batería
Nota: 9/10
Reseña: Carlos Terán