Justamente, por no darle importancia a años de
involución, habladurías y fabulaciones es que se con estas líneas inicia un
justo reconocimiento a estos músicos de Punto Fijo (que igual es demasiado
breve para todo lo que nos han dado), con su saber estar (por sobre todas las
cosas) saben dar un mensaje más allá de sus letras, explícitas e irreverentes
per se y que en algunos casos más osados pudiesen ocasionar asombros
conyugales, la consigna es simple, sonamos extremos/sonamos así, esa es en
efecto, su razón, en lugar de adherirse a insípidas mieles de la idolatría o
tratar superar la capacidad guionista de Antonio Arraiz, patologías tristemente
arraigadas en esa burbuja de cristal a la que muchos, en un intento de
transliteración fonética le llaman “escena nacional”, tratando de imprimir
forzadamente seriedad a un cúmulo de despropósitos y descalabros, y es que
cuando se trata de ego y mediocridad créanlo, varios sospechosos habituales
cabrían en tan lamentable foto, que hasta las maras salvadoreñas parecerían
bebes de pecho. Cuanto trabajo queda por hacer aún, como si las buenas bandas
no han pasado trabajo lo suficiente. Pasarán 1000 años…
Para Morbus
–que si tienen hoja de vida en trabajo y recorrido- agradecimientos porque
siempre estuvieron, y estos “20 años de
herejía, desidia y enfermedad” por muy sucintos que se presenten no
generarán otra cosa sino entusiasmo a todo aquel que desde el primigenio “Milenio” ha sido atrofiado por años y
años de riffs masivos/mensajes lascivos, todo un coctel de poesía penetrante,
nunca mejor dicho para la producción en cuestión.
El orden de los temas fue escogido bastante bien,
cronológicamente el EP inicia por lo más “reciente” hasta llegar a
composiciones previas (dichas grabaciones si no me equivoco comprenden el
período 2.008 - 2.012) e incluso, las maneras en cada tema dejan evidencia de una
progresión (sin irse por la tangente) que la banda ha encaminado, queriendo o
no, con el peso de los años. Todo este cardumen de piezas en un solo compacto
es un auténtico regalo para los oídos más extremos.
La portada es bastante más comedida y a su vez
colorida, detalle no usual en trabajos previos de la banda y digna, de darse
las condiciones, para una edición en vinil, un folleto con las letras se echa
un poco en falta, pero tampoco es para caer en dramas innecesarios.
Inicia el EP con “Ansiedad de penetrarte”, un tema que
tiene la suficiente crudeza para mover la cabeza pero más aún para sentarse a disfrutarlo,
dada la sonoridad y variedad rítmica que ofrece, desde esos patrones
disminuidos con aires a “Spheres of madness” (repito lo de costumbre, sin caer
en comparaciones tediosas), hasta una sección solista donde hay compases clásicos
fácilmente detectables mezclados con la sicodelia del amado/odiado puente
flotante. Siendo un tema con buena dosis de técnica, destaco el intervalo entre
el minuto 1:30 y 1:50, esa especie de
pausa donde se deja respirar a las cuerdas que brinda la atmósfera pesada que
se exige. Pieza algo pausada ciertamente, pero no se equivoquen, igual marca de
la casa, y es que a estas alturas de la vida Morbus ya son inconfundibles.
Llega el momento más directo del trabajo con “Arquitecto
de actos sangrientos”, sin pausas ni mucho más que añadir, menos de
tres minutos con blast beats en primer plano y guitarras aceleradas, un tanto
lineal pero dejando claro que las rítmicas agresivas son de sus mejores
recursos desde siempre y los explotan las veces que pueden, no sacrifican
violencia sonora por unas cuantas notas más, ni falta les hace, junto a coros
agresivos que complementan un tema sobrio y correcto.
“I.N.R.I.” es la ratificación de todo
lo plasmado en el EP, las guitarras son bastante ásperas, riffs profundos –el
principal en este tema es una oda a cualquier ritual oscuro-, obsesivos,
enrevesados y maduros, la rítmica es envolvente en su totalidad en conjunción
con un recital de batería donde el filo de los platillos hace destacar al tema
por encima del resto, entre tantas cosas, el momento en que la guitarra solista
y la voz se cruzan sin estorbarse por mucho que en principio parezca un
“contrapunteo caótico”, es la evidencia más clara de la madurez que ha
alcanzado la banda.
Como si se
llevase la escala de blues a un grado ascendente-descendente extremista aparece
“Aniquilando
al miserable”, las rítmicas se arrastran de un lado a otro sin caer
en monotonía robótica, en una mezcla de
ambientación fétida para banda sonora de terror ochentero y escalas triadas que
rememoran con creces al death metal europeo de finales de los 80. El filo de
las guitarras en las secciones lentas cae como anillo al dedo, por lo que así
como ocurre en I.N.R.I el motivo o temática encajan perfectamente con el
título, Morbus sabe bien que su música trata de crear escenas de la forma más
mórbida y cruda posible.
La mente es tan poderosa como retorcida, tanto así que
luego de la breve intro de “Placeres fecales”, capaz de aturdir
la imaginación del más incauto, irrumpe entonces un grito gutural y con ello
los casi 5 minutos y medio finales más “discordantes” y desenfadados de este
trabajo, esa consecución de disminuidos siniestros hace muy buen contraste con
una sección melódica/solista bastante bien elaborada que pareciera no querer
culminar nunca, como en plan “pica que yo te repico”, conforme avanzan los
acordes. Excelente final, lástima que de momento el regreso dure tan poco.
Breve pero prolijo recorrido el que nos ofrece una banda que ha sabido y sabe como deben hacerse las cosas, sin caer en la egolatría que lamentablemente ostenta tanto musiquete suelto por la calle que quiere siempre vender otra cosa, ya ustedes les conocen, esos eternos pseudo tertulianos del Youtube, las maderas de las guitarras, los de la retahíla de menosprecios a sus semejantes, los enanos mentales que tildan de “jalabola” a quien decide apreciar lo que tiene en su casa, la farándula, el wannabe y la sempiterna estupidez de la pose estéril, como si no fuese suficiente con ese mundo aún por alfabetizar que aún en pleno siglo XXI nos mira de reojo por usar tatuajes o vestir de negro. Cuanto ha dado Morbus desde hace varios años a sus seguidores, estos “20 años de herejía, desidia y enfermedad” no serán lo último por ofrecer, sin duda de esas bandas que han pasado por cada tarima con su propia autoridad y no deambulan por ahí como juguetes rotos. Respetos.
Morbus está integrada por:
Pedro Marín: Voces
Cesar Díaz: Guitarra
Henry Zea: Guitarra
Ronnie Garvett: Bajo
Rafael Marín: Batería
Arte: Cesar Díaz
Masterización: José Matula Goitia
Sitios web:
https://myspace.com/morbusvzla
Twitter: @morbusvenezuela
Reseña: Carlos Terán
FRM Venezuela