
Las mentiras duran lo que duran, y junto la envidia, insipidez y
cruel intención han sido hasta cierto punto, un golpeo de martillo vergonzante
por estos lares hacia muchos exponentes, aún si son entre mínimamente correctos
y excelsos, es lo que tiene para muchos sus etiquetas particulares y su “solo
vale lo mío” en pro de desacreditar la labor del prójimo. Cuanta amargura
recalcitrante.
No puede olvidarse la perenne “palabra y...